Desarrollo de la Agilidad

La agilidad es un componente muy complejo de la aptitud física. Es mucho más que un simple cambio de dirección o un paso al costado ya que implica la toma de decisiones, la reacción a un estímulo y los componentes de la velocidad en línea recta. La complejidad de la agilidad y la cantidad de componentes que pueden influir en la ejecución de esta habilidad hace que sea una tarea difícil de medir y entrenar (Joyce y Lewindon, 2014). La investigación sobre la agilidad en los niños es limitada, lo que es sorprendente dada su importancia para la mayoría de los deportes, incluido el rugby. Desde el punto de vista físico de la agilidad, los niños deben mejorar naturalmente su agilidad a través del entrenamiento de las habilidades fundamentales del movimiento, la velocidad y la fuerza. Estos componentes de la preparación física ayudarán al niño a mejorar su agilidad sin apuntar específicamente a la agilidad. Sin embargo, el niño también debe estar expuesto a juegos y actividades que incluyan cambios de dirección para desarrollar la técnica y acostumbrarse a las demandas que impone al cuerpo.

El lado mental o cognitivo de la agilidad no puede ser subestimado y debe ser entrenado y desarrollado como cualquier otra destreza. El escaneo visual, el reconocimiento de patrones de situación y las cualidades de anticipación caen dentro de esta área cognitiva de la agilidad. En el rugby, anticipar el movimiento siguiente de un oponente o ser capaz de reconocer lo que más probablemente hará en una situación específica mejorará en gran medida las posibilidades de que el jugador pueda cambiar de dirección para hacer o evadir un tackle. Este es un buen ejemplo de por qué es importante entrenar el lado cognitivo de la agilidad. El entrenamiento para los niños puede poner foco inicialmente en habilidades más cerradas y cambios de dirección planificados para no agregar complejidad a los ejercicios y juegos demasiado rápidamente. Sin embargo, a medida que el niño progresa a lo largo de la infancia, se pueden usar más actividades de agilidad reactiva o cambios no planificados para entrenar el lado cognitivo y agregar complejidad al entrenamiento. Según Joyce y Lewindon (2014), una propuesta de plan de desarrollo de agilidad para niños sería; 60% de entrenamiento de habilidades fundamentales de movimiento, 25% de cambio de dirección planificado de la velocidad y 15% de entrenamiento de agilidad reactiva no planificada.

Siempre que sea posible se aconseja que los entrenadores reflejen las situaciones del juego del rugby para contribuir al reconocimiento de patrones y al desarrollo de agilidad específica del deporte. Un jugador que aprende a usar su agilidad para defenderse o atacar en escenarios de rugby puede obtener una mejor transferencia de habilidades al juego. A continuación se proporcionan algunos ejemplos de ejercicios de agilidad planificada y no planificada.

La caja: marcar un cuadrado con conos. El jugador hace un sprint hacia adelante, se desplaza hacia el costado, corre hacia atrás y se desplazan hacia el costado a la posición inicial. El entrenador debe poner a los jugadores entrenando en cuadrados adyacentes para introducir la competición.

Ejercicio en T: Una T marcada con conos. El jugador hace un sprint hacia adelante, se desplaza hacia el costado y toca el cono, se desplaza hacia el otro costado y toca el cono, se desplaza hasta el centro y corre hacia atrás para finalizar en el cono de inicio. El entrenador debe poner a los jugadores entrenando en cuadrados adyacentes para introducir la competición.

Ejercicio en Y – apuntan y corre: Una Y marcada con conos. El jugador hace un sprint hacia adelante hasta el cono del entrenador. El entrenador apunta en cierta dirección. El jugador reacciona cambia de dirección y hace un sprint hasta el cono final.

Atacante vs defensor: Canal marcado con conos. Un jugador tiene la pelota y trata de eludir al defensor sin ser tocado.