Macrorecuperación: El sueño

El sueño es una de las necesidades humanas más básicas y la persona promedio pasará alrededor de un tercio de su vida dormida. A menudo se considera el aspecto más significativo de la recuperación y, sin embargo, muchos jugadores le prestan poca atención a sus patrones de sueño (Venter 2012). El crecimiento fisiológico y la reparación del cuerpo se producen a lo largo del día, pero alcanza sus niveles máximos cuando dormimos. La hormona del crecimiento se libera en respuesta al sueño y es un importante constructor de músculos en el cuerpo (Venter 2012). Incluso hay investigaciones que sugieren que el aprendizaje de patrones de destrezas y movimientos está relacionado con el sueño. En el rugby, tanto la competición como el entrenamiento incluyen movimientos y habilidades complejas, por lo que podría ser muy importante para el desarrollo de destrezas de nuestros jugadores que duerman diariamente lo suficiente, especialmente después del entrenamiento. Esto, junto con la investigación que sugiere un mejor funcionamiento del estado de ánimo, la memoria y el sistema inmunológico, significa que el sueño como herramienta de recuperación no se puede despreciar (Venter 2012). El sueño interrumpido puede afectar todos los beneficios mencionados anteriormente, por lo que el cuerpo no solo no se cura de manera efectiva sino que los estados mentales y estado de ánimo pueden no estar en niveles óptimos para entrenar y competir (Fullagar y otros, 2015). La cantidad de sueño que una persona necesita está sujeta a debate. Se menciona generalmente una pauta de 8 horas de sueño y parece que es lo correcto para la mayoría de las personas, pero algunas pueden requerir más y otras menos (Venter 2012). Se han sugerido recomendaciones de 9-10 horas de sueño, la mayoría por la noche (Bompa y Haff 2009). Esto puede ser difícil para el jugador no profesional debido al trabajo y otros compromisos que le demandan tiempo. La siesta es una buena manera de tratar de cumplir con los requerimientos del sueño y debe recomendarse. Se ha demostrado que las siestas aumentan el estado de alerta y el tiempo de reacción y pueden ser una buena estrategia para implementar si un jugador ha experimentado patrones de sueño perturbados (Fullagar y otros, 2015). Es importante que las siestas sean en el momento adecuado y que no tengan una duración demasiado larga para no perturbar el sueño de la noche que sigue.